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Entre héroes lamentables y villanos incomprendidos
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Vergüenza / Debolsillo, 2010.

Héroes que no lo son tanto, playboys redimidos y santificados, creyentes piadosos sedientos de poder, mujeres relegadas por sus esposos, hijos con tres madres, jóvenes posesas por los demonios de la vergüenza y un país ficticio que sabe a realidad forman el universo de esta historia. Un universo que, a pesar de lo intimidante y caótico que pueda parecer, vale la pena visitar una y otra vez.

Raza Hyder e Iskander Harappa, dos hombres inevitablemente ligados por lazos más fuertes que cadenas: la familia. Ambos hombres, de manera paralela, guían a sus seres queridos –y no tan queridos– por los altos y bajos de sus carreras políticas y luchas de poder. Dos hombres que se enfrentan en constantes situaciones de rivalidad, pero quienes no logran ser del todo enemigos. Dos hombres que visten la vergüenza de sus familias –lo que son y lo que debieron ser– y las medidas de precaución que toman con tal de que esta mancha de desgracia no ensucie su imagen pública. Incluso cuando esto significa negar a la hija favorita o a la amante verdaderamente amada.

La historia emana de las palabras de un narrador de identidad desconocida que dicta la historia de aquellos cercanos a él, la historia de su nación. Un narrador –amigo, confidente y guía turístico– que acompaña al lector por las tierras desconocidas del medio oriente, desvelando las tragedias y victorias de héroes ilegítimos, pecadores hechos mártires y dictadores que imponen la palabra de Dios sobre un pueblo de apóstatas, un país que es, y no es, Pakistan.

Vergüenza es una sátira sobre el cambio del poder de manos a manos, entre conocidos y familiares, cada uno echando tierra al recuerdo del pasado, traicionándose uno al otro sin llamarse enemigos –por lo menos no cara a cara. En varias ocasiones me encontré apoyando al personaje equivocado, pero eso es parte de la experiencia que conlleva leer este libro: no todo es blanco y negro, ni siquiera la vergüenza o la falta de ella.

El humor que usa Rushdie es agudo e inevitable, identifiqué en sus reflexiones la esencia humana de los actos desvergonzados que al final cobran su venganza con una alta tasa de intereses. La vergüenza es algo de lo que no se puede escapar y tarde o temprano explota en tu cara –figurativa y literalmente.

La vergüenza, como cualquier otro sentimiento inherente al ser humano, al ser colocado en un contexto extranjero y desconocido, peligra de no poder ser traducido y crear una especie de alienación entre los personajes y el lector. Sin embargo, Rushdie maneja la historia de tal forma que –lejos de volverme indiferente a los sucesos– redescubrí este sentimiento, identificándome con los personajes y simpatizando con su situación, compartiendo la vergüenza que cae sobre sus hombros.

Con sus descripciones vívidas impregnadas de un realismo mágico de la más alta calidad y la guía de un narrador que con paciencia y dedicación cuenta está fantástica historia, leer Vergüenza fue un verdadero placer. Si bien no conozco el título del siguiente libro por devorar, sin duda alguna puedo afirmar el nombre de su autor: Salman Rushdie.

Adriana Martínez

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