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Cocinar, ¿yo?
Redacción Langosta comment 0 Comentarios

La cocina es un lugar donde muchos nos incomodamos, donde incluso nos sentimos agredidos y hacia el que demostramos,con orgullo,poca paciencia e interés. Así han sido para mí estos treinta años. O lo eran hasta hace unas semanas.

Por fortuna, en la redacción de la editorial cada mes aparecen sorpresas. Y tal fue el caso con Cocinar, de Michael Pollan. ¿Qué libro sobre cocina tiene una portada así? ¿Dónde quedó la mesa decorada, el platillo espectacular? Aquí no. Con un fondo verde agua, un huevo cocido seguido de uno crudo, el título se detallaba como “una historia natural de la transformación”.

Publicado bajo el sello Debate, cesión de España, a su vez traído de Estados Unidos, sólo tendríamos que avocarnos a una adaptación: equivalencia de conceptos, de muletillas,nada excepcional.Aunque en breve las dudas finas salieron. Y por supuesto, mi experiencia en el campo no ayudaba. El punto era entender el proceso, leer aquí y allá. Preguntar a quien sí sabía.

En la labor fui descubriendo un gran ensayo sobre algo básico e importante: ¿Cómo es que como lo que como? Nada de discursos de viva la familia, tienes que ser sano, y esas cosas igual de molestas. Michael Pollan hablaba de decidir sobre asuntos que te afectan directamente, de la real independencia entre tu casa y la tienda donde tirar tu dinero por algo que te quite el hambre, de convertir esa “ingesta” en tiempo dedicado para ti. Todo, todo ello con cuatro elementos básicos para transformar el alimento: fuego, agua, aire y tierra.

Cada capítulo está dedicado a un elemento. El autor narra su travesía en la búsqueda de la receta, o el principio de ella, que a fin de cuentas deriva en varias. Recorre estados, conoce formas de vida cuya verdadera intención es cocinar de la forma que consideran mejor. Es un libro que invita a preguntarte ¿de dónde?, y no sólo con la comida, sino con todo lo que consumimos, pues además de invertir dinero en ello, somos nosotros los principales afectados.

“Cocinar por placer es declarar nuestra independencia de las corporaciones que tratan de convertir cada minuto en ocasión de consumo.” Esta frase es una de tantas que me retan a pensar más en mi entorno y el papel que juego. Me he tomado muy en serio eso de decidir concientemente, no como imposición ni en vena revolucionaria. Todos los días resuelvo qué hacer, qué mejor que hacerlo de la forma en que yo quiera.

 

Por Cynhia Chávez

 

Hablamos de ☞ Cocinar, una historia natural de la transformación, Michael Pollan, Debate, 2015.


 

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