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Federico García Lorca, el Nobel que sepultó una guerra
Ketrín Nacif Goddard comment 0 Comentarios
“Porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado”.
Federico García Lorca

En plena transición a la democracia en España un grupo de asociaciones culturales pidió a la Academia sueca que se otorgara el premio Nobel de literatura a Federico García Lorca, quien había sido asesinado un mes después del inicio de la Guerra Civil Española en 1936. En 1977 el premio fue otorgado a otro miembro de la generación del 27, Vicente Aleixandre, quien no se olvidó de mencionar a Federico en su discurso de aceptación. Para Ian Gibson, biógrafo del poeta granadino, el premio otorgado a Vicente Aleixandre representaba también de manera simbólica a Lorca y a todos los demás miembros de la generación del 27, la llamada edad de plata de la literatura española.

Federico García Lorca nunca ganó un premio literario porque jamás se presentó a ninguno. Es difícil no pensar en lo que pudo llegar a escribir si la muerte no lo hubiera asaltado de manera prematura, pero es indudable que las obras que escribió en vida son suficientes para hacerlo merecedor de un premio Nobel. Federico es un escritor universal, fue todo lo que quiso ser en el momento en el que lo quiso, fue un mito y una galaxia, fue una guitarra tocando seguiriyas y también un vals en Viena, fue una luna de plata y sangre en los cuchillos, fue el olor a tierra y también los edificios de las grandes ciudades. Federico es un escritor universal, es el poeta de la pena por lo que no ha sucedido, la pena por lo que nunca será.

Federico era un artista total, escribió poesía, teatro y prosa, dibujaba, tocaba el piano y fue director y promotor de teatro con el grupo ambulante La Barraca, que pretendía llevar el teatro clásico a los pueblos más olvidados de España. Sus poemarios más reconocidos son Poema del cante jondo, Romancero gitano y Poeta en Nueva York, los cuales representan algunas de sus distintas etapas poéticas.

Lorca era un poeta musical, el Poema del cante jondo es su gran obra dedicada al canto andaluz, manifestación de carácter popular en la que se expresa, en palabras del mismo Lorca “Las más infinitas gradaciones del Dolor y la Pena”. La Andalucía que Lorca nos dibuja es trágica y mítica, y es de esa Andalucía del llanto de donde tomará los elementos que pueblan su poesía, el amor, la muerte, la sangre y la pena. El mundo gitano late ya en este Poema del cante jondo, pero es en el Romancero gitano, el poemario más alabado por la crítica, en donde se personifica esa pena andaluza que invade a los gitanos. El Romancero gitano es la mezcla perfecta entre el romance lírico y el romance narrativo, plagado de simbolismos tradicionales y de una musicalidad popular inconfundible.

Lorca era un poeta que miraba la tradición, pero que poseía la visión de un artista de la vanguardia. Poeta en Nueva York es un poemario surrealista, en donde la ciudad, tan ausente en sus anteriores trabajos, cobra una importancia vital al convertirse en un personaje más, ese elemento donde se desdoblan instantes cotidianos pero desgarradores. Poeta en Nueva York es un libro íntimo y doloroso, un libro en donde la ciudad rebela el drama de los hombres comunes, los trabajadores, los negros y los homosexuales.

De igual manera, García Lorca fue muy reconocido por su trabajo como dramaturgo, escribió dramas, farsas, comedias y tragedias. Algunas de sus obras de teatro son Mariana Pineda, El público, una obra surrealista que no pudo ser montada en su momento, Yerma, Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba, entre otras. El teatro de Lorca, como su poesía, era muy simbólico y musical, considerado el de mayor importancia en castellano en el siglo XX.

Federico García Lorca ha sido un escritor muy estudiado y revisitado, su legado y cosmovisión han sido fuente de inspiración para varias generaciones de poetas españoles y latinoamericanos. Federico García Lorca es el poeta y dramaturgo del ritmo y de la tradición, de la vanguardia y los símbolos, el poeta que plasmó el sentir de un pueblo multicultural como lo es el andaluz, el poeta de imágenes cósmicas y surrealistas, el poeta musical que con su obra nos ha hecho sentir la pena en primera persona, como una daga entrando en el cuerpo, y que sin duda lo seguirá haciendo por generaciones, aunque sus restos sigan perdidos en una fosa común bajo el suelo español, ése en el que todavía laten las heridas del pasado.

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