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Gore Vidal
Redacción Langosta comment 0 Comentarios

Proveniente de una familia aristocrática del sur de los Estados Unidos, sus padres se separaron cuando él tenía 10 años, y lo llevaron a vivir con sus abuelos. Pasó su infancia y adolescencia en Washington, donde su abuelo Gore era senador, e hizo el servicio militar en las islas Aleutianas durante la Segunda Guerra Mundial. Se dio a conocer muy joven como literato, precisamente con una novela de tema bélico. De todas las novelas de Gore Vidal, probablemente sean La ciudad y el pilar (1948), Lincoln (1984) y Creación (1981) las que más éxito han obtenido. La ya citada La ciudad y el pilar, de carácter autobiográfico, trata de la relación homosexual entre Jim Willard y Bob Ford mantenida en los bosques de Virginia; esta obra podemos situarla no lejos de El cuarto de Giovanni, de James Baldwin. La segunda tiene por protagonista a Lincoln, que es observado por sus amigos, sus enemigos, sus futuros asesinos; Vidal logra con esta obra una novela histórica memorable, un fresco entre íntimo y monumental, en una perfecta simbiosis entre la ficción y la historia.
Una entrevista realizada por La Nación:

-En América latina, los escritores como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa tienen tradicionalmente una opinión política de mucho peso y muy respetada. ¿Cuál es el papel del intelectual/artista en el siglo XXI?
-Monótono. A los estadounidenses no les gustan los intelectuales ni el intelecto, odian la lectura y odian la cultura.
-¿Y odian el pensamiento?
-Puede ser. Ni siquiera saben que lo odian.
-¿Así que usted es pesimista sobre el papel del intelectual?
-Creo que todos lo somos.
-¿Cuál es el futuro de la literatura y la industria editorial, dada la disminución del interés por la lectura?
-Estados Unidos es el país más grande y más rico del mundo, o piensa que lo es, pero en realidad estamos peor educados que cualquier gran potencia del mundo. La educación es espantosa. Nadie lo sabe porque somos número uno en todo. Incluso en el jardín de infantes somos número uno, pero no somos número uno en nada, a excepción de algunas cosas embarazosas, de las cuales creo que no conviene hablar. Por lo tanto, somos un país de segunda línea… qué sé yo, algo así como Uruguay, probablemente.

debolsillo

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