Decidió tomar el camino “más largo y difícil”: el del voraz lector. Así que digamos que sus maestros fueron James Cain, Raymond Chandler, Martin Goldsmith, Dave King, Jim Thompson y Charles Williams. Decidió irse a Tijuana, trabajó como capataz en una maquiladora de capital asiático y ahí conoció la materia prima de sus historias. Su primer libro fue Malasuerte en Tijuana, siguió con El infierno puede esperar. La última entrega es La mujer de los hermanos Reyna, Historia de estafas y Actos al margen de la ley.
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