folder Publicado en Reseñas
La cruzada de los niños
Olmo Balam comment 0 Comentarios

Para escribir Los últimos testigos, Svetlana Alexiévich se dedicó durante décadas a reunir los testimonios de los sobrevivientes de la invasión nazi a Bielorrusia. Las personas entrevistadas, cuyas voces forman un mosaico de historias, reviven con nitidez la mirada infantil sobre la catástrofe desatada en 1941, cuando en cuestión de días los soldados alemanes arrasaron con un país entero. Aunque se trata de adultos que hablan entre 30 y 50 años después de las incursiones de la Wehrmacht, el horror y la claridad con que recuerdan su infancia los lleva a hablar como los niños que fueron en aquella invasión.

La psique rusa —sea en su encarnación soviética, la de los zares o la plutocracia de Putin— tiene algo que predispone a su gente a los grandes cataclismos, a gobernantes y tiranos colosales. La historia de los rusos, y los pueblos junto a los que han compartido frontera, está tan marcada por la brutalidad que es imposible no hablar de un esencialismo si no racial, sí moral. Uno de esos pueblos innumerables es el de la llamada Rusia Blanca, país al que, pese a que nació en Ucrania, se adscribe Svetlana Alexiévich. Por eso, llegado el fin de la Unión Soviética, la autora busca rescatar la historia oculta de los bielorrusos con especial énfasis en la de sus niños.

Los testimonios son atroces y vívidos porque revelan que no hay inocencia en la mirada del niño, sino asombro. Uno de los entrevistados se queja de que los adultos le hablaban sobre la muerte y el sufrimiento como si él no captara la magnitud de la tragedia cuando la sensibilidad de un niño es capaz de encontrar detalles y emociones que sólo muchos años después puede desenterrar un adulto.

Alexiévich permite que las escenas de guerra tomen el cariz de la tragedia porque nunca menciona exactamente el año en que se encuentra con sus entrevistados; tampoco deja que su presencia como escritora se alce sobre la de los testimonios. Tras consignar los nombres y las profesiones actuales de los que fueron los últimos testigos, se desata un torrente de historias sin apenas un eje que no sea la propia narración. Aquí la guerra no es la de los ejércitos y los generales, o sea, la de los hombres engarzados a sus armas; aquí la guerra es un evento casi cósmico donde la vida se experimenta con más intensidad por su cercanía con la muerte.

Hay algo que diferencia a Los últimos testigos de otros de los títulos de Alexiévich, y es un detalle que dice mucho de su autora y de cómo sus libros se alzan sobre otras crónicas corales. La gran diferencia es la ausencia de citas de escritores, o las digresiones sobre la literatura, la historia y la vida que enriquecen Los muchachos del zinc o Voces de Chernóbil. Salvo el pequeño prólogo, Alexiévich “abandona” por completo el libro para dejar que la memoria —fragmentaria y siempre enternecedora— de sus testigos haga el trabajo de reconstruir el tiempo. Además, a este volumen lo acompaña un libreto, Sobre la batalla perdida, el discurso de aceptación del Premio Nobel que Alexiévich dio en Estocolmo, un texto que bien leído es único entre sus congéneres, pues en él la autora vuelve a colocar en el centro del escenario a sus testigos: las víctimas de Chernóbil, los desilusionados de Afganistán, los niños de la segunda guerra mundial.

Quizá Los últimos testigos sea el punto más alto de la técnica de la bielorrusa, nacida en el periodismo, pero cuyos libros se han escrito con la intención de atrapar todo aquello que se le escapa a la literatura y a la historia: la experiencia de los individuos. Aquí una niña judía cuenta cómo un pueblito entero la encubrió de los nazis a pesar del peligro que implicaba. Para hacer eso se necesitaba un corazón más grande que el miedo, un amor más grande que la muerte. Algo así ha hecho Svetlana Alexiévich al ponerse en segundo plano para narrar la bestialidad y la hermosura del ser humano.

guerra Los muchachos del zinc Los últimos testigos Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich Voces de Chernóbil

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cancelar Publicar el comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.