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La mujer de púrpura y otras rebeldías
Aura Sabina comment 0 Comentarios

La manera más efectiva de evitar la insurrección es el asesinato. Peor aún: la insurrección de mujeres siempre será castigada, además, de manera pública. La mujer que se sale del molde, con frecuencia será sometida al escarnio.

Desde tiempos remotos, las personas que profesan cultos diferentes a los de la mayoría han sido señaladas como malas. En contexto judeo-cristiano, lo más grave ha sido tener conocimiento de las antiguas religiones, a las cuales se les conoce, de manera genérica, como brujería y, por consecuencia, se les ha relacionado, por mucha ignorancia, con satanismo. Luego entonces, cualquier persona no cristiana, sería concebida como bruja satánica, como si fueran sinónimos.

En La mujer de púrpura, Jeanette Winterson nos adentra en el mundo de Lancashire, ahora Lancaster, condado al noroeste de Inglaterra, donde tres mujeres fueron acusadas de brujería en agosto de 1612, en tiempos de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, quien ascendió a la corona luego de la muerte de Isabel I. Entre otras prácticas impopulares, se sabe que el rey disfrutaba de la teología. Fue una época de lucha entre católicos, protestantes y practicantes de las religiones paganas. Varias familias, como los Demdike, se hacían pasar por brujas para ganarse la vida, so riesgo de ser quemadas.

Alice Nutter era una mujer sabia. Había aprendido sobre hierbas y otras ciencias de la mano de John Dee, famoso caballero de quien se sospechaba la práctica de la magia. Alice había logrado hacer una tinta suficientemente buena, color púrpura, con la cual había conquistado a la reina, quien a menudo le daba trabajo. De ahí su vestimenta. Con ello, Nutter logró hacerse de cierta fortuna. Alice era bondadosa; a menudo, ayudaba a personas en desgracia; incluso, les ofrecía alojamiento, aun cuando fueran charlatanes, pseudo practicantes de brujería. La mujer de purpura estaba más allá de ello.

Nutter, además, era una mujer culta y sensible, amiga de William Shakespeare, por ejemplo. Pero la cacería de brujas siempre ha sido una constante, y mujer que no estaba casada, que montara a caballo y tuviera halcones, búhos o cualquier ave rara, era considerada bruja. Nutter siempre estuvo bajo la mirada de escrutinio por parte del alguacil y otros hombres encargados del orden público.

Pero la cacería no era solamente de brujas, sino también de papistas. Y los hermanos, Jane y Cristopher Southworth (personajes ficticios basado en reales) fueron perseguidos por ser católicos, aparentemente herejes. Finalmente, Alice también logra proteger a Cristopher, de quien en algún momento se enamora.

Cuando se hurga en el pasado de Nutter, descubrimos que en realidad, parte de su estado solitario es una nostalgia honda por Elizabeth Southern, a quien conoció por el mágico Dee, y de quien se enamoró profundamente. Nutter y Southern vivieron juntas mucho tiempo en Malkin Tower, pero Elizabeth decidió hacer pactos, irse a lo que podría denominarse el lado oscuro… Y aunque no volvieron a verse, sino hasta el final de la historia, de manera espectral seguían apareciéndose, Alice y Elizabeth, en la parte más alta de la torre.

La apuesta de Winterson siempre es hablar sobre la autosuficiencia, sobre las emociones humanas, sobre el entramado de las relaciones; en este libro, su manera de deslizarse por esos rumbos es escribir sobre una mujer libre, trabajadora, apasionada y aguerrida, que es capaz de las más grandes hazañas por salvar a quienes ama. Describe con puntualidad las peripecias por las que se pasa cuando se es tan autónoma, de los límites que rebasan el fanatismo religioso, el ideológico y el simple miedo a lo distinto. En tiempos de jacobinismo no era bien visto ser libre. Por desgracia, en estos tiempos, tampoco. De ahí la importancia de acercarse a autoras prodigiosas, quienes logran que sus personajes revelen su introspección. Por siglos, la visión de las mujeres ha sido vilipendiada. Pero nadie puede negar el talento de Jeanette Winterson. Su escritura es ágil y sencilla; elegante y honesta. Nadie debe esperar para leerla. Es, hoy por hoy, todo un referente de literatura contemporánea.

Alice Nutter Jeanette Winterson La mujer de púrpura

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