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Los amigos de Mafalda/Que no deje de inventar
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Mafalda / Lumen, 2014
 

Que no deje de inventar

Ácido. Cínico. Genial.

Hay muchas maneras de referirse a él y, más en concreto, a su trabajo. Le llamamos Quino.

Para muchos la entrada a su universo fue a través de las andanzas de Mafalda, esa niña que en compañía de un grupo de amigos cambió la manera en que mucha gente veía el mundo. Quienes vivimos nuestra infancia en la ciudad de México en el último cuarto de siglo, esperábamos con ansia el domingo para leer la contraportada de los famosos “monitos” de Excélsior, la cual publicaba hasta cinco tiras de la célebre Mafalda.

Gracias a ella, muchos nos quedamos con ganas de que la maestra nos dijera que en clase de geometría estudiaríamos el pentágono, y así poder preguntarle si al día siguiente nos ocuparíamos del Kremlin; o de partir una barra de mantequilla de un karatazo, aunque nos acabáramos hasta tres tarros de quitamanchas en aerosol.

Pero su trabajo editorial no se limita sólo a las andanzas de Mafalda; su producción es de más de quince álbumes que se caracterizan por esa mezcla perfecta de ternura, crueldad, ironía, siempre condimentados con un ácido sentido del humor.

Tomar uno de estos álbumes, que en su mayoría recopilan el trabajo publicado en diversas publicaciones periódicas, es una invitación a no hacer otra cosa el resto del día. Y es que a diferencia de otros humoristas que llegan a empalagar, uno nunca se cansa del trabajo de Quino. Puedes leer ochenta de sus mejores cartones en una tarde e inmediatamente agarrar el siguiente volumen, para continuar con la dosis de carcajadas. Resulta increíble cómo de un solo tema, como la cocina o la medicina, Quino puede sacar más de cincuenta tiras, todas diferentes y todas cargadas de grandes dosis de humor.

Podrá parecer que su trazo es simple, pero pocos saben plasmar tan bien las emociones en los rostros de sus personajes. Ellos no lloran, en verdad sufren; no sólo ríen, son felices.

Se dice que hacer reír es más difícil que hacer llorar, pues la vida es dura y constantemente nos pone a prueba, pero un cómplice como Quino puede ayudarnos a hacer más llevaderos nuestros pesares. Quien haya padecido, por ejemplo, la burocracia de una oficina gubernamental, se sentirá identificado (y en ocasiones hasta vengado) con sus tiras alusivas al tema. Lo mismo pasará con quien tenga un jefe tirano, una suegra metiche, o un médico con demasiado sentido del humor. Y es ahí donde radica su genialidad. Pocos como él para tomar una situación cotidiana, darle un giro y mostrarnos el lado divertido de las cosas.
 

Alexander Sánchez

Los amigos de Mafalda

 
Cuando pienso en mi infancia, irremediablemente viene a mi cabeza el recuerdo de Mafalda. Sí, tienen razón, cuando comencé a leerla no entendía mucho –muchísimo- de su crítica social, pero era demasiado encantadora para hacerla a un lado.

Pero también sus amigos fueron importantes en mi vida y todavía hay momentos en los que encuentro paralelismos con la gente cercana –o la que no es tan cercana–. ¡Es inevitable!

Por ejemplo, Manolito. Diríamos, todo un caso para la araña: un personaje de buen corazón, pero cuya principal preocupación es vender –aunque las aceitunas ya estén echadas a perder– en el “Almacén don Manolo”. Como buen baturro, es necio, poco ingenioso, pero entrañable. Su odio por Susanita es evidente. Claro, Susanita no se queda atrás: sólo piensa en casarse con un médico y en tener muchos hijitos y mucho dinero. Es la chismosa del grupo y siempre está enterada de todo. Sí, odia a Manolito, pero está enamorada de Felipe. Felipe, por su parte, es el angustiado del grupo. Siempre pensando en los deberes, pero aplazando el momento para hacerlos. Susanita lo marea, Mafalda le recuerda sus obligaciones, vive eternamente enamorado de Muriel y le encanta el Llanero solitario.

Miguelito es el filósofo del grupo. Siempre está preocupado por las cuestiones existenciales y es el más egocéntrico. Busca charcos para dejar su imagen en ellos para que, cuando se evapore el agua, fragmentos de él viajen por el mundo. Otro personaje maravilloso es Libertad. Ella es de las amigas recientes de Mafalda. Es chiquita y aguerrida. Es la más consciente, pero también la más ácida en sus comentarios. Y el consentido de Guille, hermano de Mafalda: él adora la zopa, el chupete y a Brigitte Bardot, pero no le gusta nada el baño ni cuando su padre no puede hacer salir el sol.

Pero claro, aunque no sea un amigo, no podemos dejar al farmaceuta fuera de los personajes importantes. Sin el nervocalm, la familia no hubiese salido adelante.

Y otra cosa: siempre he querido tener una mascota a la que pueda ponerle Burocracia.
 

Fernanda Álvarez

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