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Muy queridísimo Luis Alfredo J. A.
Alejandro Carrillo comment Un comentario

Te escribo porque he leído tus cartas. No sólo una, sino muchas que han llegado a mí de manera insólita en el formato de un libro. Pistolar se llama, escrito por un tal Iván Soto Camba. A través, pues, de esta lectura, he llegado a conocerte, y a sentir una afinidad contigo que me sorprende. Por eso me atrevo a contestar tus cartas, todas de una vez, con la esperanza de que lleguen a ti, de que no se pierdan en la carpeta de correos no deseados del más allá, porque según sé, ya tiene un tiempo que no estás en este mundo de deseo ardiente y rechazo constante.

Ahora bien, ¿por qué la afinidad? ¿Por qué me identifico contigo? He oído decir sobre este libro que arma el collage de la mente de un esquizofrénico. ¡Imagínate! Digo, no dudo que lo sea, pero para mí es mucho más y ahí yace la materia de mi identificación: el deseo.

Pistolar desnuda el deseo, lo encuera hasta llegar al hilo más fino del desear, en el que nos reflejarnos todos; quita toda la sofisticación con la que los no esquizofrénicos, los «sanos” envolvemos al deseo para hacerlo más razonable, más justificable, pero ahí está, crudo, en su esencia: las ganas de ser aceptados, amados, las ganas de sentir placer, tener dinero y sobrevivir. O sea, las ganas de que «a uno le vaya bien”.

El deseo.

Hace poco, antes de leer tu libro, (que aunque ya sé que no es tuyo porque tú no lo escribiste, lo considero igualmente tuyo, porque ahí, creo, están tus deseos desnudos, tu esqueleto, tu pensamiento, tu enfermedad y tu esperanza), le pedí a varios compas internautas que me escribieran una carta donde confesaran, de forma anónima, sus deseos vergonzosos, esos que no se atreven a publicar en su muro de feisbuk, y una vez que me llegaron les puse babita para que se pegaran entre ellos, y les di forma de poema colectivo: el poema de los secretos deseosos. Después leí tu libro y sus deseos con los tuyos empezaron a mezclarse, porque eran muy parecidos. Aunque los formuladores de esos deseos, los anónimos contribuyentes del poema, todavía no han salido del yo (eso creo, al menos), aun así anhelan; anhelamos con la misma fuerza, con la misma ridiculez, con la misma ternura y esperanza.

Aquí algunos de los deseos extraídos de esos poemas:

Quiero dejar de stalkear a mis ex jaja… Deseo tener sexo sobrio, también quiero poder responsabilizarme de una vida, una planta, un huerto, un mini huerto, o una lechuga… Tener más chamba y más varo y ya no pelearme con Gaspar…. Quiero construir mi propia casa y tener a mi morena y a mi hija viviendo en familia (como se debe)… Quiero que la mujer que me gusta muchísimo (25 años mayor) se anime a salir conmigo y que yo tenga cojones para preguntarle… Deseo ser más como algunas gentes y menos como yo… Quiero ser campeón en alguna liga de fut 5… Quiero que mi niña jamás se enferme, o en su defecto, que la cura sea un abrazo… Quiero que la psicóloga no me encauce con el psiquiatra, quiero saberme sano. 

Y aquí algunos de los tuyos, que ya conoces, pero que a lo mejor ya se te olvidaron:

«Por medio de la presente prometo dejar la masturbación si tú me devuelves los dos dientes que me faltan. Con tu gran poder de madre. Virgen Santísima. Te lo ruego por tu hijo Jesús-Cristo Nuestro Dios y Salvador del Mundo Pecador”

“…yo sólo le pediría el 10% de utilidad y que me nombre interventor de gobernación en el Pacífico…”

“yo sólo pido que se me gratifique con aparatos”

“les ruego me condonen tres meses de cobro al teléfono 19-71-84-17″

Todo esto me recuerda a la carta que le escribiste a Elsa, la que quieres que sea tu amante, a la que quieres hacerle tres hijos güeritos. No sabes cuántas veces escribí cartas así, aunque no en papel; en flashazos de imágenes en mi cabeza, en fantasías desbocadas que escribía casi automáticamente, sin tanto estilo como tú, sin tanta consciencia de lo que deseaba, ¡pero las escribía! ¡Te lo juro! y las escribo, todo el tiempo, por cualquier cosa, en automático, sin darme cuenta: tener dinero suficiente para pagar la colegiatura de mi hijo, que me llegue un dinero de repente para por fin tener una casa propia y con jardín y todo y un espacio donde pueda trabajar y que no sea del INFONAVIT, conseguir una amante buenísima y que mi esposa me dé permiso y se una a la aventura, que que que que que que que que…

Pero de pronto leo que Iván, el autor, dice: “hay vidas que son marcadas de antemano como correo no leído». Que hay deseos que de antemano son marcados como spam. Y pienso en la ternura y la melancolía de lo que se quiere, pero nunca se va a ser. En que tu vida y las de muchísimos humanos, tengan o no tu enfermedad, son vidas estacionadas en el deseo puro, vidas en la esperanza de que si esos deseos llegan uno se sentirá mejor, se curará, será feliz.

Bueno, pasando a otros temas: por Iván y lo que armó con tus cartas, no te preocupes; creo que hizo un trabajo muy chingón (espero no te ofendan las groserías); tomó tus epístolas, las desordenó, las remendó y no sé cuánta cosa más, pero lo hizo bien, funcionan; además, las envolvió con ensayos, reflexiones, sí, muy intelectuales, raras, tal vez, choreras, también, pero que extrañamente funcionan para resaltar lo que de tu propia mano escribiste. ¡No es fácil lo que hizo! Haz de saber que yo disfruto muy poco los libros experimentales, los que mucho juegan con la forma y el intelecto, porque la mayoría de las veces desprecian la emoción, hablan de la mente en vez de hablar del corazón del hombre. ¡Pero no te preocupes! no temas, no es el caso; aunque Iván se preocupa por la forma y la experimentación y es muy inteligente, su inteligencia literaria sirve para resaltar, creo yo, la experiencia humana, para hablar del corazón del hombre, para hablar, pues, de tu corazón, Luis Alfredo J. A.

Me despido esperando que mi spam no te sea tan molesto, y con el deseo de ser tu amigo por correspondencia sobrenatural.

Con solidaridad literario-revolucionaria-industrial,

Alejandro Carrillo

Dom. de Don Gato
C.P El Basurero
Col. Gatolandia
Ciudad de México

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