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“Para leer esta novela se necesita una beca”
Algunos datos duros acerca de Terra Nostra de Carlos Fuentes
Clara González comment 0 Comentarios

“Construyamos el infierno en la tierra para asegurar la necesidad de un cielo que nos compense del horror de nuestras vidas.” Estas podrían sonar a palabras salidas de la boca de algún pastor, rabino o sacerdote haciendo referencia al complicado mundo que nos ha tocado vivir, pero no es así, esta sentencia la escribe Carlos Fuentes en una de sus obras más importantes, la más extensa y compleja, donde lleva a cabo un recorrido por diferentes tiempos y espacios atrapando los elementos esenciales que, desde su punto de vista, definieron los cimientos de la cultura hispánica: Terra Nostra, fuente inagotable de referencias culturales alimentadas por la historia, la literatura, los mitos, reflexiones filosóficas y religiosas que tienen su puerto de partida en la España de los Reyes Católicos.

Algunos estudiosos aseguran que fue en el año de 1967 cuando Fuentes concibió la idea de escribir esta obra, a raíz de su primera visita al monasterio de El Escorial en España, el cual fue mandado a construir en la segunda mitad del siglo XVI por el rey Felipe II, quien lo concibió como un complejo monacal y palaciego a la vez que custodió las artes y conocimientos más importantes de su época, ganando así su fama de monarca renacentista. También aseguran que las impresiones asimiladas por Fuentes durante su visita (o visitas, que es lo más seguro), al palacio de El Escorial están reflejadas en su novela: inmovilidad, aislamiento, frialdad, sobriedad, religiosidad, austeridad, ascetismo, búsqueda de la inmortalidad, culto a la muerte y la idea de un imperio que no da espacio a la vitalidad, la cual está presente, pese a todo, en el inevitable proceso de una España que abandona la oscuridad del Medioevo para abrirse a los nuevos tiempos que propone el periodo Renacentista y las ideas del Humanismo, así como las amenazas de la Reforma y la resistencia hacia las culturas árabe y judía.

Para Silvia Lemus, periodista y viuda de Fuentes, la historia del origen de Terra Nostra es otra: “Carlos comenzó a escribir esta novela en 1973, cuando me pidió que me casara con él, me dijo ‘me quiero casar contigo y llevarte a vivir a París’. Buscamos un departamento y ahí nos instalamos, era exactamente a finales de enero del 73 cuando él comenzó a escribir esta novela. En un inicio quería titularla Mare nostrum pero ya existía una novela con este título, por lo que eligió Terra Nostra. Comenzó a gestarse entre las campanadas de Notre Dame y la música árabe de un pequeño café de barrio […]”. “A él le gustaba leerme las páginas del día, yo no las leía, él me las leía a mí y luego me preguntaba qué opinaba. Yo creo que a él le gustaba escucharla, más que mi opinión. Así fue como comenzó Carlos a escribir Terra Nostra. Poco después nació nuestro primer hijo, Carlos, y el lugar ya no era muy propicio para un escritor, puesto que el departamento era un solo piso, por lo que luego continuó escribiéndola en un estudio que le prestaron”.

Al año exacto de estar en París, Fuentes obtuvo una beca y él y su familia se fueron a vivir a Washington, donde continuó escribiendo la novela mientras Silvia de nuevo quedó embarazada, ahora de Natasha. “La terminó en 1974 y luego se la entregó a Doña Carmen Balcells y se piensa en publicarla en el Fondo de Cultura Económica. Él estaba con mucha emoción porque su obsesión de identidad, de nuestro mundo latinoamericano, México con España, era algo que lo tenía muy impresionado de haberlo logrado hacer con Terra Nostra, todos esos personajes son realmente impresionantes”.

Dice Silvia Lemus que una de las anécdotas más recordadas por Fuentes tras la publicación de su obra, que luego ganaría el premio Rómulo Gallegos, fue que Carlos Monsiváis solía decir que para leer esta novela se necesitaba una beca. “Carlos se rió, le pareció muy divertido y dijo que no, Terra Nostra es una novela que va a encontrar a sus lectores y cada lector sabrá si la usa para detener la puerta de su habitación por gorda y pesada.”.

Se cuenta también la anécdota (de origen desconocido) que en cierta ocasión viajaban en el mismo avión García Márquez y Mario Vargas Llosa (antes del famoso pleito entre ellos) cuando se desató una fuerte turbulencia. El colombiano tomó el brazo del peruano y le preguntó, como si del último momento de sus vidas se tratara: “Dime la verdad, ¿leíste Terra Nostra?”

Ambas anécdotas hacen clara alusión a las más de novecientas páginas y numerosas referencias culturales de diversa índole que se encuentran en la obra, en la que su autor pretendió explicar un destino, un devenir y la identidad de una nación o grupo de naciones (España, Hispanoamérica) a través de la Historia, de la imaginación y de los mitos que, más que explicar una realidad, la enfrentan ante sí misma, describiendo la naturaleza de sus vicios y defectos.

La trama de Terra Nostra, para comprender el complicado mundo que nos ha tocado vivir, es una invitación abierta para aquellos lectores que no lo conocen y es una promesa de gozosa consciencia para su relectura de los que ya transitaron sus páginas. Al concluirla, tú, lector, podrás compartir con nosotros otra sentencia de Fuentes: “Toda gran obra literaria nos propone la salvación mínima de la palabra. Toda gran obra literaria nos propone imaginar. Tenemos un pasado que debemos recordar. Tenemos un porvenir que podemos desear” o, en todo caso, descubrirás si Terra Nostra te encontró o si la vas a usar para detener la puerta de tu habitación.

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