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Maquiavelo y la contemporaneidad
500 años de las epístola de El Príncipe
Fabián Martínez comment 3 Comentarios

Nada hay, en efecto…más miserable que el ser humano de entre todos

los seres que se alientan y se arrastran también sobre la tierra.”

Homero, Ilíada, XVII 445-448

 

Nicolás Maquiavelo, acusado de formar parte de una conspiración contra los Médicis, pasó unos días en la cárcel. Una vez fuera, empuñó la pluma y en marzo de 1513 escribió al embajador florentino en Roma, Vettori, he “soportado todas estas penas mías tan animosamente que yo mismo me felicito” y más adelante afirma, en un tono de quien ha adoptado el dolor como forma de vida, “aprendí antes a sufrir que a gozar” (Maquiavelo, El Príncipe, Cátedra, p.46). Por el tono de las palabras, parece que la carta pertenece a un moribundo que está a punto de expirar. Viviría 14 años más. En diciembre del mismo año, en otra epístola a Vettori, se aleja de las titilantes palabras, y da cuenta de la génesis de su obra más recordada pero no la más apreciada por el autor, El Príncipe. El libro fue publicado póstumamente en 1532. Bajo el sesgo de las interpretaciones, el libro se fusionó con el nombre del autor, desenmarañarlo ha sido tarea de biógrafos, pero sobre todo de académicos y teóricos de la ciencia política. Es un libro que seduce tanto por su sencillez como por su profundidad. A 500 años de distancia, la reflexión de Maquiavelo es profundamente realista y necesaria.

Israel Covarrubias en Maquiavelo, Una guía contemporánea de lectura sobre lo político y el Estado (Taurus, 2017) coordina un trabajo académico plural y completo. El libro está construido por dos bloques, el primero agrupa estudios sobre el léxico político del florentino y el segundo enmarca la historia contextual de su época. Cada capítulo lo redacta un especialista y detalla en breves páginas las dimensiones de la obra de Maquiavelo referente a la política y a lo político.

Es un libro útil, con apartados divisorios por capítulo que permiten la comprensión y topología de los conceptos clave. Las plumas nacionales e internacionales invitadas a colaborar en el proyecto de Covarrubias evitan sobreinterpretar las ideas de Maquiavelo y resuelven en ser concretos, sólo así, se logra “apuntalar” un pensamiento que hace convergente al realismo con el republicanismo. Un clásico, como lo es Maquiavelo, no debe ni puede caer en el “error” de los clásicos: ser citado sin ser leído.

El mérito de este libro radica en que registra la discusión de la naturaleza humana como punto de inicio y construye el debate en torno a la inmoralidad y la fuerza del ejercicio del poder hobbesiano. Maquiavelo cree que los hombres, aún siendo buenos y educados, “se corrompen y cambian de costumbres” con facilidad (Discursos sobre la primera década de Tito Livio, XLII ). Todo ser humano es potencialmente corruptible, piensa el florentino. Más aún, sólo la acción punitiva permite generar un vínculo, “el temor se mantiene gracias al miedo al castigo que no nos abandona jamás”(El Príncipe, XVII) en cambio, el amor es frágil. Maquiavelo advierte que ante todo, el gobernante tiene que “evitar el odio”.

                                                        

La teoría del Estado de Maquiavelo no pasa por las instituciones sino por la virtù del gobernante, el poder decisivo de la esfera de la libertad. Nada más ajeno que pensar en la virtud como la geometría de la compasión. La virtud es una acción. Un momento donde coincide el calculo con la oportunidad. Una decisión política que tiene un complemento: la diosa fortuna. Al lado del hombre virtuoso, la diosa romana que lo protege y le permite tener más tiempo. Quizá por ese entrecruzamiento entre biografía y obra es que Maquiavelo, a ojos de Roberto García Jurado, antes de ser un hombre de reflexión es un hombre de acción  (Maquiavelo, Una guía contemporánea de lectura sobre lo político y el Estado, p. 165) que supo estar en las circunstancias adecuadas y dialogar con las personas apropiadas.

Comúnmente los estudios sobre la obra de Maquiavelo se centran en la discusión de la astucia del zorro y el control por la fuerza del león. Sin embargo, su teoría del poder aporta un mayor contenido y genera discusión, ¿por qué?, además de historia, lo que está construyendo Maquiavelo es una observación in situ de los principales reinos de la otrora Italia. Nos lanza una advertencia: prever antes de encaminarse por un sendero. Ya lo dijo Sófocles: “equivocarse es común para todos los hombres…La obstinación, ciertamente, incurre en insensatez”(Antígona, 1024-1028).

Ya que, siguiendo la lógica de Maquiavelo, el poder es, como potencia en reposo que puede explotar y como arrebato de violencia que no cesa hasta no penetrar con su belicosidad, un movimiento perpetuo. Maquiavelo asume aún un valor mayor, trabaja con la economía del poder. Por eso el poder es definido como intensidad. Una mayor presión con las élites, que por su naturaleza rotan, permite recrear el poder, en cambio, Maquiavelo considera que con el pueblo no puede pelearse el gobernante. Para unos la fuerza, para los otros las leyes.

El libro, además de los elementos esbozados, despierta interés porque actualiza y convierte en contemporáneas las discusiones tanto añejas como prohibidas en la época del absolutismo religioso, a saber, la ética política vista desde su definición de la construcción del poder secular. El poder encarna la experiencia de la legitimidad de la autoridad y los resultados que se quieren conseguir. El compendio de Covarrubias trata de Maquiavelo y nosotros o nosotros aprendiendo a leer a Maquiavelo.

El libro aparece como una máquina de ideas que se convierten en una cadena de sucesiones. Maquiavelo como un hombre del rinascita “reavivamiento”, “resurgimiento”, “renacimiento” (Maquiavelo, Una guía contemporánea de lectura sobre lo político y el Estado, p. 197), nos recuerda no olvidar “que la inteligencia de un señor se basa en los hombres que le rodean”(El Príncipe, XXII) y nosotros pensamos que la inteligencia de un hombre se basa, también, en los libros que lee y medita. Por ello, de manera esmerada, la lectura de Maquiavelo, Una guía contemporánea de lectura sobre lo político y el Estado ofrece líneas de fuga para repensar la teoría política y, en medio del colapso humanista del siglo XXI, aceptar dignamente que no nos olvidamos de las ideas distorsionando su contenido o prohibiendo su debate sino que, al contrario de un secreto que no puede ser revelado, alentamos a que todo el mundo lea a Maquiavelo.

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  1. Se me hizo interesante la lectura de Maquiavelo, esta acorde a los tiempos y si la pluma de Covarrubias facilita la compresión de Maquiavelo, es una buena razón mayor a mi interés por esta lectura

  2. Que excelente semblanza del libro de Covarruvias. Apenas lo encuentre, lo compraré; tengo toda la obra de Maquiavelo, y es excelente, deliciosa en su lectura, increíble para la reflexión y necesaria para la actualidad.